...y usted, si quiere puede ver esa tristeza
ala hora que quiera. Él aire que allí sopla
la resuelve, pero no se la lleva nunca.
Está allí como si allí hubiera nacido.
Y hasta se puede probar y sentir, porque está
siempre encima de uno, apretada contra uno
y porque es oprimente como una gran cataplasma
sobre la viva carne del corazón...
Juan Rulfo
martes, 13 de noviembre de 2007
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