miércoles, 15 de octubre de 2008

Anillo de Compromiso


Llegó muy cansado, pues caminó desde el cine los Gemelos hasta las Americas, pero no entro a sentarse o a dormir o a descansar, se dio cuenta que era el primer momento desde la mañana que no dejaba de correr; el trabajo las horas extra, sus asuntos.
A esa hora ya los camiones habían dejado de pasar y un taxi era un lujo que no podía darse.
La dejo en la esquina de su casa como cada fin de semana; y después de la función de las ocho treinta, camino a paso veloz entre las colonias mas conflictivas. Lo mismo estaba acostumbrado y agradecido de que nunca le hubiera pasado nada. En algunos sitos los grupos de mal vivientes lo conocían, en otros prefería rodear. Siempre evitando problemas.

Se quedo mirando el interior de su cuarto de pensión, donde pasaba las noches desde que había cumplido trece años. Se quedo inmerso en un pensamiento que no lo dejaba tranquilo y le daba vueltas en la cabeza desde hace mas de un par de meses y varios años de relación.

Hizo unas rápidas cuentas en la cabeza, y termino sentado en el umbral de su casa.
No se atrevió a entrar. Pensó en el dinero que le tenia que mandar a su padre, en los gastos de la semana y recordó que el gas se había terminado esa mañana, tendría que poner el anafre si no quería bañarse con agua fría. La luz, el alquiler, los gastos alimenticios que ese mes por ajustes económicos se había reducido a frijoles con huevo y a güevo huevo como el solía decir así mismo.

Tenia una mesa pequeña que le había regalado una anciana vecina, donde todas las mañanas tomaba su café caliente, acompañado por pan de fiesta que compraba los domingos al salir de misa, y era exacto para el desayuno de toda la semana. Una estufa de dos parrillas con la manguera de gas parchada en varios lados. Una cama individual con dos cobijas, un pequeño roperito con tres pantalones de vestir, cinco camisas, dos pares de zapatos, unos para dominguear, y una chamarra gastada.
La alacena era una mesa de centro mal ubicada en la cocina. Media docena de platos y cucharas, dos vasos y una taza, una olla de frijoles dos casuelas, una jarra que aun existe y una huevera de TOPPER cuyo slogan era “Duran para toda la vida”.
El baño no era mas grande que un par de metros cuadrados, pero todo estaba extremadamente ordenado y limpio, muy limpio.
Algo mas triste que la pobreza es su suciedad, y el no era pobre, solo estaba temporalmente quebrado, eso es distinto.

Tenia unas ojeras marcadas de cansancio; se desato las agujetas de los zapatos porque los pies comenzaban a hincharse. Se acomodo el cabello con su peine pirámide y cepillo el bigote, se lo había dejado crecer después de volver de la capital, donde había pasado un año entero con su hermano, trabajando de yesero. Pensando en ella y en su regreso a Puebla, estaba convencido de algo, tal vez mas de lo que jamás estuvo en toda su vida.
La amaba.

Se levanto en el mismo sitio y recargo la cabeza en la puerta, mirando de reojo el interior de su casa. Golpeo con fuerza la lamina dura de la puerta reforzada y un perro comenzó a ladrar a lo lejos. Dio un largo suspiro y metió las manos en los bolsillo. De la bolsa derecha saco un calendario de bolsillo de la escuela nocturna y dos pesos con cincuenta centavos, se inscribió esa mañana. De la bolsa izquierda... su llavero con una foto de su madre y una caja ya maltratada que guardaba: sus ilusiones y sus ahorros... era un anillo de compromiso que lo acompañaba desde ya varios fines de semana y que le hacia temblar las piernas cada vez que la dejaba en la esquina de su casa.

El estaba convencido, realmente convencido de eso, como nunca mas volvería a estarlo en toda su vida.
La amaba.

miércoles, 1 de octubre de 2008

De las lunas la de Octubre es mas hermosa

Higinio, se había levantado temprano pues estaba cansado de lidiar con un insomnio que no le había dejado descansar el cuerpo.
Y cerca de las cinco de la mañana y ya sin ningún cigarro en el paquetito, se dispuso a levantarse y barrer el patio a la luz de la luna.
Se levanto despacio y se abrigo antes de salir, pues una ventisca se coló por la ventana haciendo saber que venia de muy lejos pero de los ya cercanos vientos de diciembre.

Paso por el patio para entrar al otro cuarto donde estaba la cocina, deteniéndose solo para mirar la luna que brillaba muy fuerte con un plata tan blanco que parecía nieve y fue entonces que recordó que de niño tenia un miedo como el de los animales al escuchar el trueno de un relámpago, pues no sabia que era lo que la hacia brillar y en su tierra natal solo conocían como agua la que corría en el río.

Encontró fácilmente el otro paquete de cigarros que aun estaba donde el los había dejado, encendió un Delicado y con el mismo cerillo prendió la estufa donde calentó el café de olla que Dominga había puesto la noche anterior. Ni el escándalo de la olla ni sus pesados pies incomodaron a la Tuza, que dormía encogida debajo del hornillo. Por ultimo tomo su radio viejo y salió otra vez al patio.

Comenzó barriendo al fondo, las cenizas del calentador del agua, al compás de un cansancio añejo, para después seguir con las hojas de las jacarandas con una nostalgia interpretada por Lucha Villa, pero cuando llego a los umbrales de los cuartos de la casa, se detuvo a escuchar esa canción que en otro tiempo le había hecho sentir lo mismo que el frío se empeñaba en adormecer.

De las lunas la de octubre es mas hermosa
Porque en ellas se refleja la quietud
de dos almas que han querido ser dichosas
al arrullo de su plena juventud

se quedo estático, tratando de traer a la vida esos recuerdos, tan lejanos. Intentando recordar la letra de esa canción que tanto le gustaba.

Corazón
que has sentido el calor de una linda mujer en las noches de octubre
Corazón
que has sabido sufrir y has sabido querer desafiando el dolor

subió el volumen para poder vibrar los tonos una historia escrita por el verdadero amor. Por ese amor que solo puede vivirse por una vez.

Hoy que empieza la vida tan solo al pensar que tu amor se descubre
el castigo de ayer que me diste tan cruel parece que murió
Si me voy
no perturbes jamás la risueña ilusión de mis sueños dorados
si me voy
nunca pienses jamás que es con único fin de estar lejos de ti


Dominga se enderezo en la cama, un poco alarmada por el susto repentino de despertar y no tener a Higinio a su lado, pero se tranquilizo al escuchar la hermosa voz de Pedrito, que volvía de su descanso eterno para recordarle su amor de adolescente.

Viviré con la eterna pasión que sentí
Desde el día en que te vi desde el día en que soñé
que serias para mi.

El estaba parado en la puerta, y ella le sonrió con unas lagrimas en sus ojos.
Se quedaron en silencio, mientras el locutor daba los buenos días al primer día de Octubre.