jueves, 29 de noviembre de 2007

Aléjate. Acércate.

“Aléjate. Acércate. Te necesito cerca de mi esta noche para seguirte deseando cuando te recuerde mañana. Te necesito lejos de mí esta noche para que sea impensable un mañana de ti”.

Jueves

Jueves: Es jueves, por los que llegarón
Abriendo frondas y jazmines nuevos
Los que besaron hoy los labios vírgenes
De la doncella por su amor primero
Los que lloraron el amor perdido
Por el ser desgajado de la tierra
Por el rojo cactal y por la arena
Circundada de seres y de cosas.
Jueves con la cintura de los hombres
Cierra su luz, su ciclo, su ternura,
Por la proximidad de primavera.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Entropía (Irán Farías Carrillo)

...lo mejor vino cuando a Isa se le ocurrió poner a Rage Against The Machine, y ya con dos qué tres líneas encima se pusieron a danzar en una mala copia de Slam, o como guerreo águila drogado, sin más cosas puestas que un par de calcetas rosas, Isa, y un sostén, Elsa, que estaba a punto de caerse. Aquella música era como el Soundtrack de la jodida película que se ha convertido mi vida.
Los riffs de la guitarra les daban pie a sentirse amas y señoras del mundo. Tal vez lo último que oí antes de ponerme bien macizo fue la voz de Pablo que me decía entre los aullidos de Zach de la Rocha: esta noche nos vamos a volver hermanos de leche, quiero que te chingues a mi vieja. Tú eres mi carnalazo y no quiero que acabemos mal por una pinche zorra. Te la jodes por todo el Departamento si quieres y después ninguno de los dos la volvemos a ver.
Le tomé la mano y nos dimos un abrazo.
Sus ojos se fijaron en los míos y nos dijimos: Te quiero carnal. Después le confesé en tono serio: Ya dejémonos de puterías y vamos a darle. Cuando le acaricie el trasero a Elsa todavía me zumbaba en la cabeza la última frase.
Hermanosdelechehermanosdelechehermanosdele..
Veía los labios de él moviéndose en mi oido y los senos de Isa en la boca de Pablo y sus calcetas en mis hombros, a Elsa gritando en mi oreja y guitarrazos y un corillo de Ansia, “Con dinero baila, baila perra”.
Todo era suave, muy suave, leve, denso, el desmadre total, el caos. La risa de Elsa y su vagina en mi rostro y por allá Pablo obligando a Isa gritar por la ventana que estaba jodiendo con dos hombres y que el futuro es ahora, y que el titulo no te sirve para nada, “y que lo quemas con el cigarro de la briaga de la graduación”, y que el dinero solo sirve para gastarlo, y que todo se va a ir a la chingada porque ya nada queda por descubrir, y que Pablo, entraba y salía de ella, y aunque cuides tus neuronas se las va a comer el mismo gusano que se engullo las de un yonqui y que ella iba ha escribir el libro cumbre de la literatura, y que Elsa y yo estábamos entramados en un sesenta y nueve sin cuartel, y que chingue su madre el presidente, y que Dios ya está muerto en un charco de heroína y sangre, y que el Apocalipsis ya pasó y que nosotros somos los parias que buscamos gasolina y un poco de dinero para drogarnos en una alcantarilla a la luz de neón.
No hay más vida.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Escucha el silencio.

Es el silencio, palpitando, lacerante:
te clava alfileres punta arriba en la almohada,
mejor mete clavos en la toallas de sus días.
Escúchame... en el grito de la locura
como de gatos en celo maullándole a la luna.
Incesante es el crepitar de los sonidos de la noche
¿Qué muerto vacila en la sala de mi mente?
¿Qué boca se traga la mierda?
Son los ojos tristes de la muerte
los que te miran al final del pasillo
dos gotas de lluvia en sus ondas cuencas.
Observas, gente que camina
con la espalda por delante...
duendes revolcándose en estiércol de animales.
Mira... el vomito seco, hecho costra
en las costillas del amor...
Mírame ahora... habré los párpados para que ponga
en ellos
la sal que junte de tus lagrimas
¿En dónde escondiste la razón?
“¿Qué terca memoria es el olvido?”
qué hueso tan largo es tu pierna
que me insita a roerlo con mi boca desdentada.
Y me enciendo un cigarrito de clavo con limón
para ahuyentarme las hormigas;
Que buena amiga es mi sombra
que sostiene mis pasos
para que no me hunda en el suelo donde piso.
El cielo quita las nubes pone el sol
(yo no se de que lado sale el sol)
y el diablo levanta una mano; grita:
-¡Me la pelaste!
Mientras me sostiene con la otra.
¿Qué miseria corroe tus venas?
¿Qué canción sale de esa radio vieja?
Yo no se de que lado se pone el sol
ni que juego le enseño a la niña
bajo su falda.
¿Qué cansancio?, ¿Qué tedio?, ¿Qué nostalgia?
que pesada sensación,
la del cuerpo sobre la cama.

Sólo en sueños,

Solo en el otro mundo del sueño te consigo,
A ciertas horas, cuando cierras las puertas,
Detrás de mí.
¡Con que desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con que morboso deleito te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
Nos esperan todas las noches como una vieja cama
Y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
Y mis manos adoran tu pelo.
Y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña, dulce, te abrazas a mi abrazo,
Y con mi boca en tu boca, te busco y te busco
A veces lo recuerdo. A veces
Sólo el cuerpo cansado me lo dice
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
Y entre mis brazos sólo queda tu sombra.
J. Sabines.

SOMBRA NO SÉ , LA SOMBRA

Herida que me habita,
El eco.
(Soy el eco del grito que sería).
Estatua de la luz hecha pedazos,
Desmoronada en mí;
En mí alma, la mía,
La soledad que invade paso a paso
Mi voz, y lo que quiero y lo que haría.
Éste que soy a veces,
Sangre distinta,
Misterio ajeno dentro de mi vida.
Éste que fui, prestado
A la eternidad,
Cuando nací moría.
Surgió, surgí dentro del Sol
Al efímero viento
En que amanece el día.
Hombre. No sé Sombra de Dios
Perdida.
Sombra el tiempo, sin Dios
Sombra, su sombra todavía.
Ciega, sin ojos, ciega,
-no busco a nadie,
espera-
camina.
J. Sabines.

sábado, 24 de noviembre de 2007

El ultimo*


¿cuánto tiempo tarda en morirse un hombre? Toda la vida. La vida que se escurre por el caño como agua sucia y apestosa. Pero basta de malos culebrones mexicanos. No en esta hora. Quiero pensar. Concentrarme. Me siguen. Están detrás de mí. Viejo paranoico: eres un viejo chocho y paranoico. Están aquí para decir después “yo fui el ultimo”. “El que sostuvo su cabeza”. “El que le bebió el ultimo suspiro”. “El que lo vio caer”. Lo otro es lo que se nos va caer.
Hasta aquí siento que me llega el miedo, el secreto júbilo, las ganas de sacudirme el peso moribundo, casi casi muerto desde mi cuerpo, Qué es lo que resta. ¿Qué queda? Nada. Sólo estas ganas de querer morirse. Pero los perdono.
Nada, qué: se joden. Aquí voy a seguir un rato más. Pero de cualquier forma no puedo negar que hasta aquí me llega el olor del miedo de la gente, de ese secreto júbilo: no satisfacción ni alegría, aunque habrá mas de uno que llore sinceramente mi muerte, aunque allá en Miami más de uno destapara una buena botella de Dom Perignon o algo más caro, aunque con esos gusanos nunca se sabe.
La ocasión lo ameritará.
Ah, como duele irse muriendo. Y estar tan lucido lo hace más jodido, Más jodida que esta tierra, aguantadora: primero los otros, luego yo. Al menos a mí me abrían las puertas de su casa. A los otros no. Que cubano decente le hubiera abierto las puertas a Fulgencio, cuando bien pudo ser que algún hermano, cuñado, amigo suyo hubiera sido ajusticiado por un sicario.
Esto era un lupanar, no me digan que no gusanitos, un muladar, un estercolero de la mafia de Chicago, un nido de esbirros de la CIA, los cuarenta de Ali Baba eran aprendices de ladrones comparados con esos cabrones.
Lamismamierdadesiempre.
Tengo sed. Por qué harán tanto ruido. Hasta aquí llega el olor del mar. Te me vas quedando lejos, Habanita de mi corazón . Cuántas lagrimas me costaste, Cabrona. Cabrona Cuba. Cabrona vida. Que carajos es ese ruido. Por qué nadie viene a quitarme el pañal. Apesto.
Cabrones: es historia pura la mierda que defeco. Hijos de puta. Solo porque me he quedado mudo, sólo conmigo. Conmigo solo. Ahí te voy Ernestito. Al menos tú te moriste como los buenos: joven mi cristo guerrillero, igual de barbudo, igual de iluso, igualito de cabrón.
Ernesto Ernesto Ernesto,. Por qué te llamo y ni siquiera volteas a verme. Echa fuera los gallinazos que se han metido a la habitación. Cuanto ruido. Cuanto frío.
Quien aguanta a La Habana. Quien quiera que me la compre. Se la vendo por un litro de gasolina para llegar a Miami cruzando el Caribe en mi guagua transformada, equipada, metamorfoseada por el ingenio cubano. Como Cuba no hay dos, Yanquis de mierda.
Las llamas. Las llamas. Ja. No. No me arrepiento de nada, querido Voltaire. Me aguanto como los machos. Échenme pa´cá otra pelota ensalivada: la voy a batear de home run, y va a llegar hasta el jardín de la Casa Blanca, después de pasar por los algodones de Tennesse y los barrios de negros de Atlanta, se va a dar una vuelta por el desierto sediento de Mohave, ahí casi se derretirá, pero va a resistir, porque va a llegar jadeante hasta el down town de LA, y luego se va a ir de paseo con un gay por Sacramento Street, a la orilla de la Bahía, y el aire la va a rebotar hasta la pequeña habana, llena de traidores, de gusanos malolientes, que si supieran que muriendo estoy, seguro bailarían una salsa cantada por el ese mico hecho mujer: contigo la evolución dio un paso atrás, Celita, mira que poco te falto para echar cola y agarrar la banana, no la de tu marido, sino una de verdad y echarte a nadar rumbo a la sabana africana: que volvieras al hogar de todos nosotros: la tierra que le falta poco para abrirme una rajada, una vulva color marrón, que me cobijará, porque no quiero que me incineren, prefiero un entierro de línea, por que para eso soy el Supremo Comandante, la Luz del Caribe, el Batidor de Playa Girón, Águila que cruzo el Cielo de Luanda.
Cuantos y cuantos me deben la vida, porque cuantos y cuantos médicos salieron de esta islita descubierta y bautizada por el Almirante de la Mar Océano. Cristobalito, a mí también llévame sobre tus hombros: vuélvete un Atlas y déjame hechar un último vistazo.
Go home, gringos.
Aquí triunfo la Revolución, cabrones de mierda. Aquí se sentaron sobre un inmenso palo, hijos de puta. Y les sacamos la mierda, la mierda que nadie viene a limpiarme: Apesto.
Revolución y muerte, cabrones rednecks.
Al menos no te voy a ver, engendro de Celita, porque yo me voy derechito al cielo marxista, a discutir con el otro barbón de Carlitos y su amigote Federico, y Mao y Ho-Chi-Minh, y Saint Simon, que apenas alcanzo a entrever, Juan Bautista, del Otro, del barbón de Tréveris, y de Ernestito, y de todos aquellos que hicieron posible este sueño, este paraíso en la tierra que fue Cuba.
Mi Cuba, señores, que ahí se las dejo para que la malbaraten con los chanchos de Wall Street, porque no creo irme al Purgatorio rojo, a acompañar a Vladimir ni a Josef ni a Nikita ni a Gorby, ah, cabrón pelado de mierda, ahí te va tu perestroica y tu glasnot y tu puta Madre, cabrón vendido, ¿tantas ganas tenias de atragantarte una Big Mac? ¿De usar Levi´s que no fueran de contrabando? Tú eras la nomenklatura, mi viejo, mi querido viejo.
Tuyos el poder y la gloria, por los quinquenios de los quinquenios. Amén.
Tengo sed. Ah, este olor a mierda.
Culones. Un vaso con agua. Por vida de su puta madre.
Ah, mi Comandante
Nos
Estamos
Muriendo.
Esté lento transito me desespera. Qué alguien venga a encender la calefacción.
Qué no sienten el frió. Qué no ven caer la nieve sobre el Malecón. Que no ven que el Caribe se nos ha congelado. Qué no ven que los pingüinos nos atacan, que pasean en lanchitas y en balsas, y piden asilo en Yucatán, que ya dieron aviso a la Quinta Flota, que va a zarpar desde Panamá para venir a hacer la guerra y no el amor. Que la gente va a salir armada con fusiles de madera y cada cubano se va a llevar entre las patas a cien marines, que los vamos a derrotar, y van a echar mi cadáver encima de una balsa y así, todos juntos en conjunto nos vamos a lanzar a la mar, qué linda está, Margarita, y vamos a sitiar Miami y la vamos a doblegar con nuestras salvas de azúcar, mi negro, y la gente va a ser feliz, porque el comunismo ya llegó, ya está aquí, el que va a joder a Wall Street, a los malos yanquis, porque nosotros no tenemos problemas con el pueblo de los Estados Unidos, que sufre la tiranía de un gobierno despótico, mezquino, decadente, corrupto, que sólo atiende a los dictados del Gran Capital, de doblemoral, porque por aquí nos acusan de torturar cubanos traidores y por allá se limpian el culo con piel de negro, y se lavan la vajilla con sudor de latino y se tira un pedo sobre la dignidad de nuestros paisanos.
Por eso vamos a seguir avanzando y la gente se unirá a nosotros y vamos a llegar hasta el Distrito de Columbia y nos vamos a sentar en la Sala Oval, Ojival, Vaginal. Y entonaremos la Internacional. Y la vida será feliz.
Ya casi. Ya casi. No veo. Solo oigo. El zumbido de un mosquito: mi angelito de la guarda. ¿Jesuita yo? La historia me lo perdonará. Esto no da para más. La luz lastima. Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada suspiro. Sístoleydiástole. Corasón cubano;
Corasón montuno.
Que bonito cantabas, Ibrahim, que no te fuiste, que aquí te quedaste a morir, como yo, como otros mas que se quedaron con las ganas de cruzar el canal, de llegar vivitos y salados a los Cayos; malo si la mar los traicionaba y los aventaba a México. Eso sí estaba del carajo. Pobres pendejos. Pero yo los perdono. Los perdono a todos ustedes. Vengan. Denme un abrazo. Un largo abrazo. Que ya me les voy, me les muero.
La sal. Quien aventó sal al ventilador.
Todo sabe a sal. Todo sabe a mar. Mis labios de oxido. Mi mujer. Donde está mi mujer. Que me aceite el fusil. Que me voy pa´ Sierra Maestra pa´ defender la Revolución. Ya viene, ya viene con paso lento, arrastrando el fierro. Estoy jodido. Cabrones: vengan a limpiarme la mierda. ¿Qué no huelen la peste?
*Capitulo inicial de la novela El último, en preparación.
Yassir Zárate Méndez.

Nada (de Guillermo Carrera)

Es el mismo corazón que está peleando con el cuerpo. Hay una tendencia a confundir las ganas de cagar con las ganas de coger...

martes, 13 de noviembre de 2007

LUVINA (fragmento)

...y usted, si quiere puede ver esa tristeza
ala hora que quiera. Él aire que allí sopla
la resuelve, pero no se la lleva nunca.
Está allí como si allí hubiera nacido.
Y hasta se puede probar y sentir, porque está
siempre encima de uno, apretada contra uno
y porque es oprimente como una gran cataplasma
sobre la viva carne del corazón...
Juan Rulfo

UNA CRUDA TARDE DE JUEVES

Nadie lo entiende, hoy es una de esas tardes
en las que mi cuerpo esta deshidratado;
mi memoria estéril;
me dan ganas de comer un chocolate;
poner un disco de José José;
estar acostado, aventarme de un edificio,
ver telenovelas bobas, olvidarme de mi y de ti.
Estoy vacio...
...mi mente es capaz de todo

"MEDIO DÍA

y media noche, son horas de suicidio ritual.
Al medio día, durante un instante, todo se detiene y vacila;
la vida, como el sol, se pregunta asi misma si vale la pena
seguir"
Carlos Fuentes

DIALOGO

-Pregunta otra vez
-¿Como estás?
-No lo sé; cada vez te extraño menos
(espero que nunca olvides nuestro último primer beso)

CASCADA

De lo que tengo lo que soy me priva,
y lo que pude ser de lo que he sido,
pues vivo descontando lo vivido
y moriré sin pausa mientras viva.

DÓNDE?

busque bajo la costra de los anhelos,
bajo la alfombra de los recuerdos
y no encontre nada que me ayudara a explicarme...
¿Como explicarias un sentimiento?
se puede DESCRIBIR como si fuera un dolor
... ¿como si fuera un sufrimento?
y es que; ¿como llegas y dices...?
-Doctor, me duele el corazón,
el pecho, o el alma...
yo no encuentro la manera
no tengo instantes que repartir en el día
para no pensar en ti... o en nada.
Ni como quitarme
la sensación de tu mano en mi mano;
yo no se y tu no lo sabes.
¿Que es muy pronto?
¿Que es muy tarde?
le faltan horas al día para pensar en ti.
Le falta luz al cielo para dejar de verte
"La mucha luz, es como la mucha sombra;
no te deja ver"

EL CRIMEN PERFECTO

sería un suicidio con apariencias de crimen.
(meterme un balazo por la espalda
un día de éstos.)
J. Sabines

¡QUE RISUEÑO CONTACTO

el de tus ojos!
¡ligeros como palomas asustadas ala orilla del agua!
¡Qué rapido contacto el de tus ojos
con mi mirada!

¿Quién eres tú? ¡Que importa!
A pesar de ti misma,
hay en tus ojos una breve palabra
enigmática.
No quiero saberla. Me gustas
mirándome de lado, escondida, asustada.
Así puedo pensar que huyes de algo,
de mi o de ti, de nada,...
de las tentaciones que persiguen
a la mujer casada.
J. Sabines

CARRETÓN DE LA BASURA:

llévame temprano,
no muy tarde, no nunca.
J. Sabines

LLEGARA

Llegara, en cualquier momento
y se posara sobre la mano de la muerte
y esperara la hora de la resurección de su alma;
cuando los tiempos presentes,
se hayan vuelto leyenda, y la leyenda
sea un mito...
y el mito sea un sueño
del que no habremos de despertar

HACE YA TIEMPO

Hace ya tiempo he caminado solo
meditando las calles y las cosas,
el vaivén de la lluvia y las tinieblas.
Hace ya tiempo, deshojé los nardos.
Hace ya tiempo, carrusel del viento.
Hace ya tiempo que olvídé las formas
y el dulce encanto de sentirse amado.
Hace ya tiempo,pregonero aldeano,
que este deseo se me quedó en las manos.
Hace ya tiempo... hace ya tiempo...

TE QUIERO PORQUE TIENES LAS PARTES DE LA MUJER EN EL LUGAR PRECISO

y estás completa, no te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra
colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me vez,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces.
Como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste,
pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar; en dónde, a qué deshora
me dirás que te amo? esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
recoge mi cabeza, guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.
J. Sabines