sábado, 8 de enero de 2011

MI SEGUNDO BESO


Angie, que así se hacia llamar, no fue una novia, como todas en esa edad en la que los barros y las espinillas delatan la comisión de un delito: la pubertad, mejor conocida como adolescencia o, mas especificamente. La época en que no sólo se terminó la niñez sino que también y para colmo, empezó la secundaria.

Mi novia no era como todas, simplemente, porque tenia muchos años mas que yo (digamos tres o cuatro) y porque su amor alcanzaba para todo, tanto como para ser mi amiga, mi hermana mayor o mi guardaespaldas. No es que fuera fornida ni fea. Tenia el pelo largo y lacio, tan rubio que seguramente se lo pintaba: de repente caminaba como si fuera Pelé a la hora de "driblar" a un defensa en los limites del área grande; se esmeraba en el maquillaje y en cultivar uñas largas rojas: Nunca se puso falda ni se desbotonó de mas la blusa.
En aquellos tiempos yo suspiraba por Sofía, pasado ya el enamoramiento por mi maestra de sexto de primaria. Era, por asi decirlo, la consentida de cualquier profesor, la que levantaba la mano cada vez que ninguno de sus congéneres sabe la formula para calcular la velocidad de un cuerpo inerte en la caída libre; la clásica chava de dieses al por mayor, buena familia, experta en algebra y en mirar de ladito, con faldas que si bien no llegaban hasta el huesito poco les faltaba.
Toda una dama.

Ahora que, por los brincos a los que nos tiene aconstumbrados el destino, resulta mi compañera, de banca en segundo año. Por eso, cada mañana llegaba a la escuela con la sensación de haberme tragado un sapo y con la esperanza de entregarle una carta de amor que jamás me atrevi a escribir y, si llegué a hacerlo, francamente, ya no me acuerdo.

Como era muy necio, solía pensar en ella a todas horas. Recordaba el aroma de su perfumé, mezcla de jabón de olor y sudor contenido; la trenza rematada con un listoncito rosa o verde; sus apuntes vueltos y vueltos a pasar en limpio, Sin embargo, una tarde, en la calle ganaba a la lluvia de agosto, vi los ojos de Angie, la sonrisa de Angie, las piernas enmezclilladas de Angie: su pelo color paja, su risa ronca a la hora de acercarme a ella, sentada en el filo de la banqueta cuando fue a recoger la pelota que el calabazón tuvo a bien mandar al infierno en vez de anotar en la portería de los contrarios.

No recuerdo lo que me dijo. Tan poco lo que le conteste y que le hizo mucha gracia. Por lo mismo, no deseo acordarme si se me pusieron las orejas rojas ni si ganamos o no aquella cascarita contra el equipo del Popochas. El asunto es que, despúes de ese primer encuentro, siempre terminaba cruzándome con Angie en cualquier lugar, fuera la miscelánea o la panadería.

Con el tiempo ya era habitual que me acompañara; que yo me gastara los cambios en dulces, refrescos o paletas con que la regalaba; de ahi que también me convirtieron en un profesional en eso de justificar lo inexplicable; se me ha de caído en el camino, me vieron la cara, me asaltaron, ¿seguro me diste un billete de a diez?

Angie reía. Parecia sorprenderse con mi timidez, com mis historias, con mi falta de atributos para bronquearme con éxito a la salida de la escuela. Incluso su experiencia me sobrepasaba: pateaba el balón con fuerza y elegancia, y jamá pude ganarle en las maquinas de juegos de electrónicos. Me aceptaba con todos los antecedentes de mi vida de perro, es decir, con mi uniforme, mis tareas, la ropa de mis hermanos mayores que jamás podría quedarme, un padre contador y una madre abnegada hasta el chantaje.

Pronto aprendí a escaparme con Angie, a aceptar que los amigos me envidiaran, a platicarle acerca de mis últimos descubrimientos, y a que me guiara por una ciudad inmensamente grande y casi desconocida, llena de túneles, vendedores, gritos, basura, algarabia y prisa, fue allí, en medio de esta ciudad y bajo tierra, entre las estaciones Etiopía de la linea tres del Metro, cuando Angie tomó la iniciativa y me lleno la boca de besos, de esa sensación de calor tibio y humedo; y yo que me guardaba para la mas aplicada del salón y que me imaginaba que estas cosas se hacen siempre con declaracíon de por medio; yo que moria por imaginar como se bañaba Sofía, ahi estaba, correspondiéndole a Angie mientras escuchaba que alguien decia que lo que estábamos haciendo era una cochinada.

Salimos del metro abrazados. Por mi parte, llevaba en el bolsillo una certeza que me dedique a acariciar desde entonces, así como se hace con lo recíen adquirido: la vida es más sencilla de lo que parece, sin importar que no nos guste ser como somos.

A veces, al recordarlo, pienso que cuando uno es joven no puede darse el lujo de intentar lo que los grandes; sin embargo, tuve a Angie, su voz cruda, su negativa a que las cosas llegaran a mayores; además ni ella ni yo teníamos dinero, solo las palabras y los besos, los abrazos en el transbordo del Metro Balderas, todos los túneles de la ciudad a nuestra disposición y la pintura de labios que me limpiaba cuidadosamente antes de llegar a casa.

"No", solia decirme Angie al oído a la hora que el mes de abril se me metía en la sangre en algún parque."No", pienso ahora, Angie no era hombre como decian las malas lenguas, "No" me repito, quién sabe cuántos años después, ahora que me la encontré en un supermercado vestida de otra manera. "No", aunque quién sabe, alo mejor sí se llamaba Carlos.
Alejandro Palestino.



viernes, 12 de noviembre de 2010

QUIERO


Con esta moneda

quiero comprar

un trozo de cielo

y un metro de mar

un pico de estrella

y un sol de verdad

y nada mas.

Maria Elena Wash

lunes, 9 de noviembre de 2009

Tú lo sabes.

Y eso me asusta
Tú lo sientes y eso me estremece,
Tú abres los ojos y yo me descubro ciego;
Pero puedes verlos, marionetas en el aire
Y solo tú lo sabes…
…que lo que buscamos esta eternamente perdido
O que hace mucho lo encontramos
Y por eso caminamos con la cabeza en las manos.
Tal vez, tú tienes eso que los hombres buscan
Un no se que de algo,
Que yo lo se ando buscando.
Que tu lo sabes no lo encontraremos…
…¿lo vez? ¡Puedes verlo!
Tal vez naciste con tu tercer ojo abierto,
O en luna negra, o roja o violeta.
Tú sonríes y se asoma el sol entre las nubes negras de mi vida
Tú lloras y llora el mundo, ¿pero los hombres?
…ellos no ven y tú lo sabes.
Vas caminando repitiendo una canción olvidada
Y te ríes con la gente y sin ella,
Ves a un niño y te miras a ti misma,
Porque tú lo sabes, ya eres parte de ellos, de todo y de mí.
Te alegras con la luz igual que con la sombra,
Te alegras con el amor y la paz, pero lloras cuando llega el frio
Y escuchas tu corazón y llora porque sabe que una parte de ti
Muera con esa mariposa de alas rotas.
¿Pero los hombres?... ellos no ven, lo olvidaron
Enterraron a Dios en el lodo de sus días
Y se quedaron con su nombre.
Tú lo sabes, y te da pena o tal vez orgullo,
Indulgencia o ternura, porque lo sabes y lo comprendes
Más allá de cualquier conocimiento.
Tú lo sabes y no me importa si lo has olvidado
Lo llevas como “una marca de espanto”
Y en donde estés te sientes lejana pero fuerte
Y me asusta.
Tu me vez con esos ojos de felino que hipnotiza
Y abres mi pecho como el viento la cortina
¿Qué vez? Acaso el desierto de mi alma.
Este estigma sangrante que destila odio y amor… tú lo sabes.
Y soy yo, varado sin fe ni esperanza, el que te ha encontrado.
O lo sientes porque ya formas parte de ellos, de todo… de mí.
Y has venido aquí para iluminarlo todo
Con la luz de tu mirada.
Ya lo se que estoy loco.
Estaba meditando las cosas…
…soy yo el que te sueña por la noche… loco… y te veo sentada
Iluminada con tus niños y tu sonrisa y tus ojos y todo lo que eres
Y como te reconocemos de la demás gente.
Y no encuentro la manera de decirte lo especial que eres
Eres la palabra en un mundo de gestos, y eso me asusta…
Ya lo sé… lo sabes

lunes, 11 de mayo de 2009

a que no sabes quien


no soy sino la mano con que tú palpas...

lunes, 15 de diciembre de 2008

COBARDIA.


El tráfico era insoportable, y al medio día el calor y el olor a humo del escape de todos los autos era aun mas insoportable.
Había salido de la escuela con un retraso considerable para llegar a sus practicas profesionales que comenzaron esa semana.
Dos combis lo habían dejado con la mano estirada pues ninguna de ellas quizo perder el verde del semáforo. Además la hora pico les daba el lujo de dejar a más de un usuario del transporte público abandonado en la parada. La tercera no tuvo mas opción que detenerse obligada por la luz roja.

-Insurgentes- Pagó exacto.

Bajó la mochila y la puso entre sus pies. Todos los asientos iban ocupados; no tuvo mas remedio que acomodarse de pie junto a la puerta pues ya varias personas apañaban el reducido espacio.
La música del radio era típica de la ruta 46, y el chofer; de los más antipáticos que le habían tocado esa tarde. Inmediatamente pensó en quejarse-no llevas animales- le dijo con la mente, pero no se decidió a ponerle palabras, por parecerle un tanto flexible su rápido análisis.

Una señora que iba junto a la ventana tomó fuerzas para enfrentar su fatiga y abrió la ventanilla, mientras que otra despertó por cuarta vez con un codazo al tipo que cabeceaba en su hombro.
El chofer tenía un severo problema en controlar el impulso de usar el acelerador y el freno como un solo pedal y llegó a pensar que él pensaba que no era gente lo que transportaba.

En uno de esos calambres por forzar las cuatro extremidades y las veinte uñas lo insultó la petición del chofer, que abría la puerta mientras decía, – por favor recórranse para atrás-.
Justo en ese momento , con el coraje en las entrañas y la frase en la boca –ya no caben-... la vió. Blanca como las mañanas frescas de Abril, delgada, rubia natural y ojos claros profundos, muy brillantes. Uniformada de Bachiller con su madre atrás por custodia.
Intercambiaron una larga mirada, y agradeció su suerte.

Otros tres completaron la ruta y el chofer se lamentó el haber colocado ese asiento, donde fácil, cabían otros dos.

Quiso recordar ese poema que alguna vez leyó.
Pasó con su madre, ¡que rara belleza!,
¡que rubios cabellos de trigo garzul!.
Pero un tirón de inercia lo desconectó de tal éxtasis, y calló en una realidad más hermosa, donde el bochorno, la pestilencia de la vida no se percibe.
Separados por casi nada, pasó ligera a ocupar el espacio frente a él y el resto fue roce, tras roce, de piel con piel. Lamentó no tener labios en los brazos, pero le regocijó tener olfato para ese perfume de Jazmines. Cada tope, cada esquina, era una bendición.
Calló en una timidez casi palpable, cuando por accidente rozó con los labios su hombro desnudo, fue un beso que ella no reclamó, al contrario con un gesto dulce volteó la mirada, y acercó esta vez la oreja dejando al descubierto la complicidad y la correspondencia.
Ella fingía caer, y él fingía no molestarse por los pisotones que le propinaba, ella se recargaba agotada por la incomodidad del viaje, y colocó su mano sobre la de él. Era un contacto mutuo y que deseaban no terminara.
Sin considerarlo se dispuso a pedirle, su número, su e-mail, sabía que la madre no sabría. Sabía que no podía llegar a ninguna parte sin ella, sin la esperanza.

Por lo menos su nombre le habría pedido.

Pero recordó el nombre COBARDIA y el final del poema.
“¡Síguela!” gritaron cuerpo y alma al par.
... pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas que suelen sangrar
¡Y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando mis ojos, la deje pasar!

Un rechinido de neumáticos, y ella sintió su abrazo, muy fuerte casi como un golpe, no hizo más que apretar su mano, después nada.

La mañana trajo otro ritmo a la espesura de la vida en las calles de la ciudad. Los noticieros no hablaron de nada que provocara reacciones impetuosas en las personas, atontadas con un maquillaje televisivo. En los periódicos oficiales lo de siempre: la bolsa, sociales, internacionales, y en el policiaco: atraparon a unos narcotraficantes colombianos.

Sólo se dejaba ver con letras grandes y rojas en un periódico amarillista que se compra por las fotos despiadadas y sin censura...

MUERÉN QUEMADOS: 18 personas mueren en un fuerte percance vehicular ocurrido este Viernes en Avenida de los Insurgentes Sur, cuando un vehículo del trasporte público se pasó el alto e impactó con otro particular.
Testigos confirman que el percance sucedió cuando una combi de la ruta 46 ignoró el semáforo y al intentar pasar el cruce se impactó contra una camioneta minivan.
En el lugar resultaron 18 personas muertas; donde se cuentan la familia que circulaba en la camioneta cuando ambas unidades estallaron en llamas, al menos otras 15 lesionadas entre pasajeros y peatones quienes fueron atendidas por paramédicos de la Cruz Roja, Escuadrón de Rescate y Urgencias Medicas (ERUM) y llevados a urgencias de los hospitales cercanos.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Anillo de Compromiso


Llegó muy cansado, pues caminó desde el cine los Gemelos hasta las Americas, pero no entro a sentarse o a dormir o a descansar, se dio cuenta que era el primer momento desde la mañana que no dejaba de correr; el trabajo las horas extra, sus asuntos.
A esa hora ya los camiones habían dejado de pasar y un taxi era un lujo que no podía darse.
La dejo en la esquina de su casa como cada fin de semana; y después de la función de las ocho treinta, camino a paso veloz entre las colonias mas conflictivas. Lo mismo estaba acostumbrado y agradecido de que nunca le hubiera pasado nada. En algunos sitos los grupos de mal vivientes lo conocían, en otros prefería rodear. Siempre evitando problemas.

Se quedo mirando el interior de su cuarto de pensión, donde pasaba las noches desde que había cumplido trece años. Se quedo inmerso en un pensamiento que no lo dejaba tranquilo y le daba vueltas en la cabeza desde hace mas de un par de meses y varios años de relación.

Hizo unas rápidas cuentas en la cabeza, y termino sentado en el umbral de su casa.
No se atrevió a entrar. Pensó en el dinero que le tenia que mandar a su padre, en los gastos de la semana y recordó que el gas se había terminado esa mañana, tendría que poner el anafre si no quería bañarse con agua fría. La luz, el alquiler, los gastos alimenticios que ese mes por ajustes económicos se había reducido a frijoles con huevo y a güevo huevo como el solía decir así mismo.

Tenia una mesa pequeña que le había regalado una anciana vecina, donde todas las mañanas tomaba su café caliente, acompañado por pan de fiesta que compraba los domingos al salir de misa, y era exacto para el desayuno de toda la semana. Una estufa de dos parrillas con la manguera de gas parchada en varios lados. Una cama individual con dos cobijas, un pequeño roperito con tres pantalones de vestir, cinco camisas, dos pares de zapatos, unos para dominguear, y una chamarra gastada.
La alacena era una mesa de centro mal ubicada en la cocina. Media docena de platos y cucharas, dos vasos y una taza, una olla de frijoles dos casuelas, una jarra que aun existe y una huevera de TOPPER cuyo slogan era “Duran para toda la vida”.
El baño no era mas grande que un par de metros cuadrados, pero todo estaba extremadamente ordenado y limpio, muy limpio.
Algo mas triste que la pobreza es su suciedad, y el no era pobre, solo estaba temporalmente quebrado, eso es distinto.

Tenia unas ojeras marcadas de cansancio; se desato las agujetas de los zapatos porque los pies comenzaban a hincharse. Se acomodo el cabello con su peine pirámide y cepillo el bigote, se lo había dejado crecer después de volver de la capital, donde había pasado un año entero con su hermano, trabajando de yesero. Pensando en ella y en su regreso a Puebla, estaba convencido de algo, tal vez mas de lo que jamás estuvo en toda su vida.
La amaba.

Se levanto en el mismo sitio y recargo la cabeza en la puerta, mirando de reojo el interior de su casa. Golpeo con fuerza la lamina dura de la puerta reforzada y un perro comenzó a ladrar a lo lejos. Dio un largo suspiro y metió las manos en los bolsillo. De la bolsa derecha saco un calendario de bolsillo de la escuela nocturna y dos pesos con cincuenta centavos, se inscribió esa mañana. De la bolsa izquierda... su llavero con una foto de su madre y una caja ya maltratada que guardaba: sus ilusiones y sus ahorros... era un anillo de compromiso que lo acompañaba desde ya varios fines de semana y que le hacia temblar las piernas cada vez que la dejaba en la esquina de su casa.

El estaba convencido, realmente convencido de eso, como nunca mas volvería a estarlo en toda su vida.
La amaba.

miércoles, 1 de octubre de 2008

De las lunas la de Octubre es mas hermosa

Higinio, se había levantado temprano pues estaba cansado de lidiar con un insomnio que no le había dejado descansar el cuerpo.
Y cerca de las cinco de la mañana y ya sin ningún cigarro en el paquetito, se dispuso a levantarse y barrer el patio a la luz de la luna.
Se levanto despacio y se abrigo antes de salir, pues una ventisca se coló por la ventana haciendo saber que venia de muy lejos pero de los ya cercanos vientos de diciembre.

Paso por el patio para entrar al otro cuarto donde estaba la cocina, deteniéndose solo para mirar la luna que brillaba muy fuerte con un plata tan blanco que parecía nieve y fue entonces que recordó que de niño tenia un miedo como el de los animales al escuchar el trueno de un relámpago, pues no sabia que era lo que la hacia brillar y en su tierra natal solo conocían como agua la que corría en el río.

Encontró fácilmente el otro paquete de cigarros que aun estaba donde el los había dejado, encendió un Delicado y con el mismo cerillo prendió la estufa donde calentó el café de olla que Dominga había puesto la noche anterior. Ni el escándalo de la olla ni sus pesados pies incomodaron a la Tuza, que dormía encogida debajo del hornillo. Por ultimo tomo su radio viejo y salió otra vez al patio.

Comenzó barriendo al fondo, las cenizas del calentador del agua, al compás de un cansancio añejo, para después seguir con las hojas de las jacarandas con una nostalgia interpretada por Lucha Villa, pero cuando llego a los umbrales de los cuartos de la casa, se detuvo a escuchar esa canción que en otro tiempo le había hecho sentir lo mismo que el frío se empeñaba en adormecer.

De las lunas la de octubre es mas hermosa
Porque en ellas se refleja la quietud
de dos almas que han querido ser dichosas
al arrullo de su plena juventud

se quedo estático, tratando de traer a la vida esos recuerdos, tan lejanos. Intentando recordar la letra de esa canción que tanto le gustaba.

Corazón
que has sentido el calor de una linda mujer en las noches de octubre
Corazón
que has sabido sufrir y has sabido querer desafiando el dolor

subió el volumen para poder vibrar los tonos una historia escrita por el verdadero amor. Por ese amor que solo puede vivirse por una vez.

Hoy que empieza la vida tan solo al pensar que tu amor se descubre
el castigo de ayer que me diste tan cruel parece que murió
Si me voy
no perturbes jamás la risueña ilusión de mis sueños dorados
si me voy
nunca pienses jamás que es con único fin de estar lejos de ti


Dominga se enderezo en la cama, un poco alarmada por el susto repentino de despertar y no tener a Higinio a su lado, pero se tranquilizo al escuchar la hermosa voz de Pedrito, que volvía de su descanso eterno para recordarle su amor de adolescente.

Viviré con la eterna pasión que sentí
Desde el día en que te vi desde el día en que soñé
que serias para mi.

El estaba parado en la puerta, y ella le sonrió con unas lagrimas en sus ojos.
Se quedaron en silencio, mientras el locutor daba los buenos días al primer día de Octubre.