lunes, 15 de diciembre de 2008

COBARDIA.


El tráfico era insoportable, y al medio día el calor y el olor a humo del escape de todos los autos era aun mas insoportable.
Había salido de la escuela con un retraso considerable para llegar a sus practicas profesionales que comenzaron esa semana.
Dos combis lo habían dejado con la mano estirada pues ninguna de ellas quizo perder el verde del semáforo. Además la hora pico les daba el lujo de dejar a más de un usuario del transporte público abandonado en la parada. La tercera no tuvo mas opción que detenerse obligada por la luz roja.

-Insurgentes- Pagó exacto.

Bajó la mochila y la puso entre sus pies. Todos los asientos iban ocupados; no tuvo mas remedio que acomodarse de pie junto a la puerta pues ya varias personas apañaban el reducido espacio.
La música del radio era típica de la ruta 46, y el chofer; de los más antipáticos que le habían tocado esa tarde. Inmediatamente pensó en quejarse-no llevas animales- le dijo con la mente, pero no se decidió a ponerle palabras, por parecerle un tanto flexible su rápido análisis.

Una señora que iba junto a la ventana tomó fuerzas para enfrentar su fatiga y abrió la ventanilla, mientras que otra despertó por cuarta vez con un codazo al tipo que cabeceaba en su hombro.
El chofer tenía un severo problema en controlar el impulso de usar el acelerador y el freno como un solo pedal y llegó a pensar que él pensaba que no era gente lo que transportaba.

En uno de esos calambres por forzar las cuatro extremidades y las veinte uñas lo insultó la petición del chofer, que abría la puerta mientras decía, – por favor recórranse para atrás-.
Justo en ese momento , con el coraje en las entrañas y la frase en la boca –ya no caben-... la vió. Blanca como las mañanas frescas de Abril, delgada, rubia natural y ojos claros profundos, muy brillantes. Uniformada de Bachiller con su madre atrás por custodia.
Intercambiaron una larga mirada, y agradeció su suerte.

Otros tres completaron la ruta y el chofer se lamentó el haber colocado ese asiento, donde fácil, cabían otros dos.

Quiso recordar ese poema que alguna vez leyó.
Pasó con su madre, ¡que rara belleza!,
¡que rubios cabellos de trigo garzul!.
Pero un tirón de inercia lo desconectó de tal éxtasis, y calló en una realidad más hermosa, donde el bochorno, la pestilencia de la vida no se percibe.
Separados por casi nada, pasó ligera a ocupar el espacio frente a él y el resto fue roce, tras roce, de piel con piel. Lamentó no tener labios en los brazos, pero le regocijó tener olfato para ese perfume de Jazmines. Cada tope, cada esquina, era una bendición.
Calló en una timidez casi palpable, cuando por accidente rozó con los labios su hombro desnudo, fue un beso que ella no reclamó, al contrario con un gesto dulce volteó la mirada, y acercó esta vez la oreja dejando al descubierto la complicidad y la correspondencia.
Ella fingía caer, y él fingía no molestarse por los pisotones que le propinaba, ella se recargaba agotada por la incomodidad del viaje, y colocó su mano sobre la de él. Era un contacto mutuo y que deseaban no terminara.
Sin considerarlo se dispuso a pedirle, su número, su e-mail, sabía que la madre no sabría. Sabía que no podía llegar a ninguna parte sin ella, sin la esperanza.

Por lo menos su nombre le habría pedido.

Pero recordó el nombre COBARDIA y el final del poema.
“¡Síguela!” gritaron cuerpo y alma al par.
... pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas que suelen sangrar
¡Y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando mis ojos, la deje pasar!

Un rechinido de neumáticos, y ella sintió su abrazo, muy fuerte casi como un golpe, no hizo más que apretar su mano, después nada.

La mañana trajo otro ritmo a la espesura de la vida en las calles de la ciudad. Los noticieros no hablaron de nada que provocara reacciones impetuosas en las personas, atontadas con un maquillaje televisivo. En los periódicos oficiales lo de siempre: la bolsa, sociales, internacionales, y en el policiaco: atraparon a unos narcotraficantes colombianos.

Sólo se dejaba ver con letras grandes y rojas en un periódico amarillista que se compra por las fotos despiadadas y sin censura...

MUERÉN QUEMADOS: 18 personas mueren en un fuerte percance vehicular ocurrido este Viernes en Avenida de los Insurgentes Sur, cuando un vehículo del trasporte público se pasó el alto e impactó con otro particular.
Testigos confirman que el percance sucedió cuando una combi de la ruta 46 ignoró el semáforo y al intentar pasar el cruce se impactó contra una camioneta minivan.
En el lugar resultaron 18 personas muertas; donde se cuentan la familia que circulaba en la camioneta cuando ambas unidades estallaron en llamas, al menos otras 15 lesionadas entre pasajeros y peatones quienes fueron atendidas por paramédicos de la Cruz Roja, Escuadrón de Rescate y Urgencias Medicas (ERUM) y llevados a urgencias de los hospitales cercanos.

5 comentarios:

Pancracio Remington dijo...

Que onda señor, siga escribiendo sobre todo de esas realidades tan difusas e inciertas, nunca sabemos como van a acabar. La imaginación nunca agota todas las posibilidades de la realidad.
Saludos!!!

Anónimo dijo...

NO MANCHES, EL FINAL ES IMPACTANTE PERO ME GUSTO MUCHO ES TRISTE Y ME HACE REFLEXIONAR. SIGUE ESCRIBIENDO CADA VEZ, ME GUSTA LEER MAS TUS HISTORIAS TE AMO

Anónimo dijo...

hi swt,esta mas que genial...jeje.
puedes no ser muchas cosas pero eres mejor que eso no lo dudes. te quiero mucho besos

JuLy dijo...

LEENDO ESPERO PASES AL MIO
BYE

ahgsi7y dijo...

Hola antonio, cambie mi correo escribes genial, te lo paso para charlar:
feminaviolenta@hotmail.com