Ha puesto la muerte las manos en tus ojos
Y has dejado de ver.
El pánico es lo único a lo que pudiste recurrir
Y es que jamás habías abierto los ojos ciego.
Recuerdas como en ocasiones los cerrabas
Y memorizabas con tus pasos la distancia
Del comedor a la cocina, de la sala al estudio.
De la vida a tu muerte...
Dos perlas grises brillan ahora
y al llenarse de lagrimas.
en silencio derramas el poco orgullo y lo que
tenias de vanidad.
Un par de lagrimas ruedan y quieres decir algo
Querías gritar ¡No veo!
Querías gritar ¡Me muero!
Pero tu esposa tomo tu mano
Y se puso a rezar por ti.
jueves, 12 de junio de 2008
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